Es muy común y hasta tiende a ser lo primero que te dicen cuando sale a la plática que quieres dar pecho a tu futuro bebé.
Es importante que siempre tengamos en cuenta que el dolor al amamantar no es normal, nunca.
Si bien es cierto que esos primeros días pueden significar muchas cosas, entre todo, malestar o molestias en pechos al momentos de amamantar, no debe ser dolor. Ese periodo tan vulnerable del post parto inmediato viene cargado de un montón de cambios hormonales que van a favorecer la "bajada de la leche", es un periodo de adaptación para ti y tu bebé y aunque para el bebé sigue siendo puro instinto, buscar lo conocido, lo familiar, el alimento y el confort que es el pecho de su mamá, para las mujeres que recién nos transformamos en madres, que cargamos en el fondo del subconsciente toda la carga generacional de la fórmula y los mitos, dificultados y "sacrificios" que implica amamantar, dudamos, tememos no ser suficientes, tememos al dolor y termina por no ser instintivo para nosotras; y es normal.
Lo más común es que si hay dolor tengamos que modificar alguna situación con el agarre, eso soluciona la mayoría de los casos de dolor, si bien hay otras causas que deben ser revisadas por algún experto en lactancia, lo primero es revisar cómo se está agarrando el bebé al pecho.
Las reglas básicas para revisar el agarre en tu casa son:
Bebé a la altura de tu pecho (tú debes de estar cómoda, recargada bien de la espalda)
Alineado bebé pancita con pancita y formando una línea recta con su oreja, hombro y cadera.
Sello hermetico con los labios, deben estar evertidos (hacia afuera)
No se debe ver pezón, puede verse algo de areola, barbilla del bebé pegada al pecho de mamá.
Nariz del bebé pegada al pecho de mamá pero libre.
No chasqueos audibles de la boca del bebé.
NO DOLOR.
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